MALVINAS: NUEVO ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE DARWIN- PRADERA DEL GANSO
Un 27 de Mayo como hoy, pero en 1982, comenzaba el Combate de Darwin - Pradera del Ganso, la primer gran batalla terrestre de la Guerra de Malvinas.
Mi interés y el de mi hermano por conocer Darwin obedecía a dos motivos: el principal, visitar a nuestros héroes que descansan en el Cementerio Militar Argentino, (recuerdos que abordaré en otra oportunidad) y además, recorrer el escenario de la primera gran batalla terrestre de la guerra, donde se libraron -del 27 al 29 de mayo de 1982- violentos combates por el dominio de Darwin y Pradera del Ganso, distantes 90 km al oeste de Puerto Argentino, sobre el estrecho de San Carlos.
Por aquéllos días, estos lugares se encontraban defendidos por parte del Regimiento de Infantería 12 de Corrientes, parte de la compañía C del R.I. 25, una sección del R.I. 8, una Batería del Grupo de Artillería Aerotransportado 4 de Córdoba, y parte de la Batería B del Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 601 del Ejército Argentino. También se emplazaba allí la Base Aérea “Cóndor” donde se desplegó un escuadrón de aviones Pucará, atendidos por personal de Fuerza Aérea y sus correspondientes piezas de artillería antiaérea. Los jefes de estos componentes terrestres y aéreos eran el Teniente Coronel Italo Piaggi y el Vicecomodoro Wilson Pedrozo respectivamente.
Teniente Coronel Italo Piaggi
Recordemos que luego del desembarco en San Carlos -el 21 de mayo- el grueso de las tropas británicas, tras consolidar su cabeza de playa, se dirigió hacia Puerto Argentino, mientras que una unidad, el Batallón de Paracaidistas N° 2 (PARA 2) lo hizo hacia Darwin, distante unos 30 km al sur, para lanzarse sobre las fuerzas argentinas allí estacionadas.
Los combates comenzaron la noche del 27 de mayo: los ingleses tenían la idea de tomar Pradera del Ganso (último bastión de la defensa en dicha zona) en las primeras horas de la jornada siguiente (28/05). Sin embargo, la resistencia argentina fue mayor a la esperada, a pesar que la capacidad operativa de algunas de nuestras unidades se encontraba diezmada, debido al frío, el hambre y la acumulación de días a la intemperie sufrida por nuestros soldados.
Pradera del Ganso
Los británicos abrieron nutrido fuego con granadas, morteros y misiles -más el apoyo de artillería naval- y atacaron a los argentinos, aproximándose en su avance a los faldeos de Colina Darwin: la gran cantidad de sus recursos, hizo que en pocas horas superaran la primera línea de defensa -compuesta por la compañía A del R.I. 12- inexplicablemente adelantada por el comando superior pocas horas antes de la batalla, lo que la aisló del resto de las fuerzas, reduciendo aún más la aptitud de combate de los ya desgastados infantes, quienes no tuvieron tiempo ni siquiera de armar sus nuevas posiciones.
Ante el rápido repliegue de la primera línea y las bajas sufridas entre prisioneros, muertos y heridos, el Teniente Coronel Piaggi, Jefe del Regimiento 12, ordenó a la sección reserva, al mando del Teniente Roberto Néstor Estévez, efectuar de inmediato un contraataque con el fin de frenar el avance inglés y tratar de recomponer el frente. Con gran decisión, la fracción logra alcanzar la desarticulada primera línea y frenar el avance inglés. Cabe destacar en esta acción la heroica actuación del teniente Estévez, uno de los más destacados héroes de Malvinas, quien poniéndose al frente de sus hombres, dirigiéndolos valientemente, ofrendó su vida por la Patria al ser alcanzado por varios disparos, mientras oficiaba, además, como observador adelantado de artillería, compuesta por cañones de 105 mm, dirigiendo la eficacia de sus disparos.
Teniente Roberto Estevez
Gracias al contraataque de la sección de Estévez, la ofensiva enemiga se detuvo. Esta demora, no prevista por los británicos, les trajo un grave inconveniente con la aparición de las primeras luces del amanecer: todas las dificultades operativas que la oscuridad había ocasionado a los defensores quedaron resueltas repentinamente con la claridad del día. Ahora los ingleses aparecían esparcidos en el terreno cuerpo a tierra, sin defensas donde guarecerse, a la vista de la artillería y ametralladoras argentinas, que los batió duramente, ocasionándoles numerosas bajas, entre ellas la del Coronel Herbert Jones, Jefe del PARA 2. Fue un momento de desconcierto total para los atacantes, quienes se vieron obligados a retroceder para recomponer posiciones.
Coronel Herbert Jones
De todos modos, después de esa pausa en el fuego obligada por nuestra defensa, los británicos -apoyados desde retaguardia con hombres frescos y municiones- reiniciaron el ataque con total fiereza, zafando del hostigamiento argentino a fuerza de misiles y cohetes, volando una a una las trincheras y nidos de ametralladoras nacionales.
Tras encarnizada lucha, algunas secciones tuvieron dificultades para sostener el combate, como la del R.I. 8 a cargo del Subteniente Aliaga, que ya sin munición, sucumbió ante el PARA 2 en la zona de Boca House. Asimismo el Subteniente Juan José Gómez Centurión y su tropa, luego de intentar un contraataque en la zona de la Escuela de Pradera del Ganso fue repelido, debiendo retroceder desde ese punto y, tras un confuso episodio con una fracción inglesa (que excede los límites de esta reseña) también se replegó.
Por su parte, los restos de la sección del Subteniente Peluffo se vio rodeada y también sin munición, debió entregarse. Ya con el dominio total de las alturas de Colina Darwin, los británicos pudieron retomar su avance hacia el poblado de Pradera del Ganso, distante tan solo unos 3 km al sur.
Los argentinos estaban cercados. Y en toda batalla, si no se puede “romper el cerco” en alguna dirección, la derrota acecha. Era la tarde del 28 de mayo de 1982. La diezmada defensa se iba rearmando como podía sobre los lindes de la localidad. Sin embargo, luego de traspasar Darwin, los británicos comenzaron a recibir disparos de la batería antiaérea de 35 mm del GADA 601 de Ejército, la cual, al mando del subteniente Braghini, comenzó a barrer la zona con fuego terrestre, ocasionando varias bajas y una molestia constante al enemigo, retrasando su avance.
A pesar de ello, lograron alcanzar la zona de la Escuela, a tan solo a 700 metros de las tropas nacionales. Ante esa circunstancia, la misma fue volada por la artillería de campaña argentina, desatándose un pavoroso incendio que duró horas. Actualmente, solo queda en pie su chimenea. Sobre el final del día, dos oleadas de aviones Pucará enviados desde Puerto Argentino, se lanzaron sobre los británicos, sin lograr la eficacia deseada debido a la balacera de todo calibre con que fueron rechazados.
Restos de la Escuela de Pradera del Ganso
A pesar de la heroica resistencia, sobre el anochecer los ingleses, presionando sobre los flancos, estaban a las puertas de Pradera del Ganso. La gente de la Base Aérea Cóndor se había replegado al pueblo, los cañones de 105 mm de la artillería argentina se quedaron sin munición, y la batería del GADA 601 de Braghini fue bombardeada por aviones Sea Harrier, y quedó fuera de servicio. Solo algunas fracciones dispersas mantenían esporádicamente el fuego con fusiles FAL desde el perímetro de la localidad.
Cayó la noche. Los argentinos habían agotado su munición, más de la mitad de los hombres no estaban aptos para el combate, por haber caído muertos, heridos o prisioneros, y no surgían muchas alternativas para continuar la resistencia. La superioridad de recursos británica, en hombres, comunicaciones, armamento más el apoyo de fuego terrestre y naval había inclinado definitivamente la balanza. A eso de las 20.30 los ingleses frenaron su ímpetu combativo, sabiendo a esa altura que el triunfo no se les escaparía. La confusión, desorganización y el desconcierto reinaban en el comando argentino y los dispersos soldados que aún quedaban en Pradera del Ganso.
Sin posibilidades de recibir refuerzos a tiempo, a eso de la una de la madrugada del 29 de mayo, finalmente el Teniente Coronel Piaggi decidió tomar contacto con el enemigo a fin de entregar la plaza. La formal ceremonia de rendición se llevó a cabo a las nueve de esa fría mañana de 1982.
Luego de más de 30 horas de violentos enfrentamientos, y con un doloroso saldo de 45 muertos y 101 heridos para las tropas argentinas, la batalla de Darwin- Pradera del Ganso había terminado. Los vencedores tuvieron 20 muertos y más de 60 heridos.
De esta manera, la bandera imperial del Reino Unido de Gran Bretaña volvía a flamear otra vez en aquellos lejanos parajes de Malvinas, dando inicio a un nuevo despojo, como aquél perpetrado por el capitán Onslow en 1833. Ahora sí, sin temor a sufrir un golpe desde retaguardia, los invasores dedicarían todo su esfuerzo en dar el golpe final y definitivo sobre Puerto Argentino.
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