Los pampeanos que empezaron de cero en España en busca de una mejor calidad de vida
Micaela nació en Intendente Alvear, La Pampa. Su esposo Alexis es oriundo de Ceballos, un pueblo de apenas 400 habitantes. En marzo de 2019 emigraron en busca de mayor calidad de vida. Su experiencia en Palma de Mallorca, las comodidades y complejidades de vivir en una ciudad turística, y qué extraña de la Argentina
Micaela Allasia tiene 28 años, es oriunda de La Pampa y actualmente vive en Palma de Mallorca. Esta es la historia de una pampeana que, rodeada de playas con agua cristalina, no deja de pensar en los paisajes de su tierra natal, en los sabores de la gastronomía argentina, en los viajes y rutas del interior del país, y en la calidez y sensibilidad de su gente.
El acento argentino se percibe cada vez más en España. Principalmente en Barcelona, Madrid, Málaga y Valencia. Sin embargo, las Islas Baleares no son la excepción. Palma de Mallorca es uno de los destinos predilectos por alemanes e ingleses para pasar sus vacaciones. Y allí son recibidos por los locales pero, sobre todo, por muchos argentinos. Argentinos como Micaella Allasia, quien conversa con Infobae con la catedral Santa María de Palma de Mallorca de fondo.
Nació hace 28 años en Intendente Alvear, una localidad ubicada al norte de La Pampa de unos diez mil habitantes. “Es un pueblo hermoso, muy cuidado y con actividades muy importantes a nivel cultural”, describe. Allí se realiza, por ejemplo, el festival nacional de doma y folklore y la preselección a Jesús María. Estudió Ingeniería Química en la UTN de Córdoba pero no finalizó la carrera ya que tuvo que abandonar por motivos familiares. Trabajaba en un call center de un reconocido banco de Argentina y luego daba clases particulares para nivel secundario y universitario de Matemática, Física y Química. Habla inglés y está aprendiendo alemán.
Micaela lleva diez años en pareja con Alexis. Lo conoció en Intendente Alvear. Él es de Ceballos, un pueblo vecino con poco más de 400 habitantes y veinte manzanas. “Íbamos al mismo colegio y nos veíamos en las distintas actividades como en los boliches y bares”, cuenta ella. En 2018 tomaron la decisión de emprender rumbo a España: “La idea era venir a España por el idioma, principalmente. Queríamos viajar y vivir la experiencia”. Antes de viajar, se casaron: “Aprovechamos e hicimos la fiesta despedida también en la boda. Éramos más de cien personas. Después igual también nos hicieron varias cenas despedidas”.
El momento más sensible llegaba. Tras las fiestas, las cenas, los besos y abrazos, tocaba despedirse con la tristeza e incertidumbre que eso conlleva: “El momento que tomamos el micro a Buenos Aires fue duro. Empezaron las dudas, el miedo y no saber cuándo vas a volver a ver a tu familia”. En marzo de 2019 partieron rumbo a las Islas Baleares. Allí los esperaba parte de su familia: “Terminamos eligiendo Mallorca por la buena calidad de vida”.
Palma, capital de la isla de Mallorca, situada en la bahía de su mismo nombre, posee un clima privilegiado durante todo el año, con una media de 18ºC. Conocida por su turismo de sol, playa y calas con agua cristalina, recibe turistas de todas partes del mundo. Su belleza natural y sus beneficios metereológicos son motivos suficientes para que sus visitantes vuelvan cada año a vacacionar, mientras que otros la eligen para vivirla día a día.
Micaela fue una de esas personas que se enamoró a primera vista de Palma de Mallorca. Sin embargo, no es lo mismo que visitarla unos días que instalarse: la adaptación para moverse en la isla no fue sencilla. “Cuando llegué me pareció hermoso, como lo había visto en fotos, pero me sentí muy perdida porque las calles son un laberinto. Tenía que andar con Google Maps para no perderme y eso me estresó un poco. Entre toda la vorágine de los trámites, no tuve tiempo para asimilar lo que estaba viviendo, fue un sube y baja de emociones pero salió todo bien”, recuerda.
Los puntos a favor que destaca son “sus playas, el paisaje y la increíble conectividad del aeropuerto”. A pesar de estos aspectos positivos que ofrece Mallorca, Micaela no olvida a sus seres queridos y las costumbres como “la familia, los amigos y la mejor carne del mundo”. Además, extraña a su perro Lombardo, un cruza con labrador que “vive en libertad en La Pampa y es imposible traerlo a un departamento así que está con la familia de mi marido siendo feliz”.
Si bien Palma de Mallorca es considerada para mucho uno de los paraísos del Mediterráneo con clima envidiable, variadas ofertas laborales en temporada e intensa tras la visita de turistas, también tiene sus puntos en contra como los que destaca esta argentina viviendo allí: “Es bastante caro el alquiler, en verano se sobreexplota por el turismo y en invierno hay lugares que mueren, parecen fantasmas”.
En cuanto a la oferta laboral, “no por ser una isla tiene menos oportunidades de trabajo que una capital o gran ciudad de España. Solo que está más acotado a sectores como el gastronómico, hotelero y comercial”, define. Tal es así que Micaela, desde su llegada a España, trabajó como camarera: “Es de lo primero que encontré y de lo que más salida hay”. Actualmente es camarera de bar y de un comedor en un hotel de la ciudad. Este último puesto lo ejerce desde hace un año y medio, mientras que como camarera trabaja desde su llegada a España en marzo de 2019 en distintos restaurantes. Su marido también está vinculado al ámbito gastronómico: “Él es cocinero y actualmente trabaja como jefe de cocina”.
Ella, como tantos otros argentinos que viven en Mallorca, conserva tradiciones que no puede abandonar y tiene que ver con las tradiciones gastronómicas. “Comer un asadito con amigos de vez en cuando, comer locro y empanadas criollas en las fechas patrias no pueden faltar”, asume. La consagración de Argentina en el Mundial de Qatar también estimuló esa identidad patria. “Salir a festejar cuando salió campeón Argentina, vernos todos juntos, las calles cortadas, las multitudes cantando, fue emocionante, fue como sentirse en casa”, describe la pampeana de 28 años.
En el futuro se imagina trabajando y ahorrando para poder conocer nuevos lugares. Viajar es un proyecto que planea hacer con su marido todo lo que le reste de vida. Por eso, su regreso a establecerse en el país no entra dentro de la planificación. En los últimos cuatro años, regresaron tres veces. La última vez fue en el último enero. Su deseo final es el de cualquier argentino, viva dentro o fuera de los límites nacionales: “Quiero que Argentina sea un país seguro, estable y que todos puedan vivir bien”. (Infobae)
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