
El INDEC difundió el dato de inflación del sexto mes del año; en el primer semestre acumuló un alza de 15,1%.
Constanza Gilabert no bajó los brazos y siguió la causa judicial que condenaba a su tío, un bioquímico reconocido en Concordia y que ahora vive en Santa Rosa, por abusos sexuales durante su infancia. Fueron desde los 5 hasta los 12 años. La Justicia de Entre Ríos había ordenado la prescripción. Ahora, Constanza llegó hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Judiciales06 de enero de 2020Allegados a la familia de Constanza pidieron a Diario Textual que se dé a conocer la nueva noticia de que la causa llegó a la CSJN. “Vive en Santa Rosa y tiene familiares allá. No queremos que viva tranquilo”, dijeron.
“Está viviendo en Santa Rosa y se hace llamar "Luis". Firmen, divulguen, compartan por favor. Si dudás de la veracidad googleá"‘carlos ríos bioquímico’". Los pedófilos reinciden…”, expresó el tío de Constanza, Jorge Gilabert.
Constanza Gilabert tiene hoy 32 años y a los 28 se animó a hacer la denuncia, luego de atravesar por varios problemas de salud como consecuencia de lo ocurrido en su infancia. Con el paso de los años también se enteró que su hermana sufrió similares abusos por parte de su tío, según explicó.
“Abría la puerta del cuarto cuando yo estaba durmiendo y se quedaba mirándome un buen rato”, recordó Constanza, en una nota a Infobae, sobre “este tipo” -así lo llama-, en referencia a Carlos Ríos, un bioquímico concordiense y que desde hace un tiempo vive en la capital pampeana.
“Vivíamos a una cuadra de este tipo, que tenía una hija de mi edad. Crecimos juntas. Mi tía era mi madrina. Y como mi papá tenía cáncer y viajaba a Buenos Aires por las operaciones, yo me quedaba con ellos”, relató la mujer de 32 años. Su papá falleció a los 41 años, cuando ella tenía sólo diez.
Abusos
“Me cuesta establecer la línea temporal de lo que sufrí. Tengo recuerdos en una quinta… Hay un hecho que pudo haber sido la primera vez… Y está anulada la presencia de mi prima en esos momentos. Sé que a veces la mandaba a hacer compras. También recuerdo que yo me escondía debajo de la cama cuando me llamaba con un grito”, rememoró Constanza.
Su tío después de abusar de ella le decía: “No lo contés”. Entonces se sentía ahogada. “Era como estar entre la espada y la pared. Sabía que eso no estaba bien. Era un secreto con una carga emocional demasiado grande”, aseguró al portal porteño.
“Me descargaba de noche, cuando iba a dormir. Ahí lloraba y lloraba… Algunos piensan que soy fría. Y es simplemente que sólo me sale llorar cuando nadie me ve. Juan Manuel, que es mi pareja hace nueve años, apenas me vio lagrimear un par de veces”, reveló.
Los abusos cesaron cuando Constanza se hizo muy amiga de una compañera y pudo dejar de frecuentar la casa de su tío. “Lloraba para no quedarme en lo de mi prima: decía que nos peleábamos. No contaba lo que en verdad me estaba pasando. Mi tía y mi prima se ofendían. Estaban totalmente ajenas a esta situación”, agregó.
Decisión
Fue a los 16 años cuando finalmente alguien escuchó su verdad. “Escribí una carta para mi mamá en la que contaba todo. ‘Me ponía a upa y me manoseaba’. Lo que me hacía hacer y lo que me hacía a mí… Todo. Pero no se la entregué a ella. La hice a modo de descarga, para mí. Sin embargo, mi hermana –que también sufrió los abusos– la encontró y se la dio a mi madre”, dijo Constanza.
“Mi mamá la leyó, habló conmigo y me protegió desde el primer momento. Quería denunciarlo. Pero yo me enojé con ella. Era adolescente. Sentía que me iba a morir si se sabía”, añadió a modo de recuerdo de aquellos años.
Y agregó que su madre habló con su tío y él aceptó el hecho pero contestó: “Fue sólo un desliz de una vez”. “En realidad, habían sido años de abusos y, en todo caso, como si una vez no fuera suficiente….”, expresó Constanza.
A partir de ese momento, supo que su hermana también lo había sufrido, las familias dejaron de verse y el rumor corrió por Concordia. Pero como no había una denuncia formal, mucha gente no le creyó y todo quedó en la nada.
Universidad
Cuando Constanza terminó el colegio, se fue a estudiar a Buenos Aires con sus hermanos. “Empecé Psicología en la UBA, pero no estaba equilibrada para esa carrera. Después pasé a Terapia Ocupacional y finalmente me recibí de fonoaudióloga”, relató.
Por esa época se enamoró de Juan Manuel, su actual pareja. “Le conté lo que me había pasado y me apoyó incondicionalmente. Él, mi familia y mis amistades son quienes me empujan a seguir adelante”, aseguró.
En tanto, en Concordia, Ríos se movía como si nada hubiera pasado. “Parecía una burla. Como si me estuviera diciendo: ‘Soy intocable’. Cada vez que yo volvía a mi ciudad, hacía de todo para no cruzármelo… Porque era un manipulador, pero también un cobarde. Un día, en una de esas visitas, yo estaba sola caminando por la calle y veo que me empieza a seguir despacio con el auto. Paró porque el semáforo se puso en rojo y me saqué. Le pegué al capot de auto y le dije: ‘¡¿Qué mierda querés?!’ Y salió rápido con el auto”, añadió. “Me quería amedrentar para que siguiera callada”.
Denuncia
Dos hechos la impulsaron a hacer la denuncia judicial. Constanza vio una foto de Ríos en Facebook y algo en ella “se partió en mil pedazos”. Fue “un click interno: la cara de impunidad”. Además, estaba por terminar la carrera y con su novio, también concordiense, querían volver a vivir en su ciudad. Temía cargar con el cartel de abusada pero tampoco podía seguir así.
Acompañada por Juan Manuel, en febrero de 2015 se presentó en la ventanilla de los Tribunales de Concordia y dijo que quería hablar con el fiscal para hacer una denuncia.
Unos meses después, su hermana también hizo la denuncia. Hoy llevan adelante una causa conjunta. Después de las pericias psiquiátricas y psicológicas, la causa avanzó, Ríos fue condenado en varias instancias, hasta que en Paraná el Tribunal Superior de Justicia de Entre Ríos dictaminó que la causa había prescripto. Ellas apelaron y ahora la causa está en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
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