SE CONOCIERON MÁS DETALLES DEL HORROROSO CRIMEN DE LOS POLICÍAS DE SANTA ROSA.

La tragedia de Villa Santillán ocurrió en un lapso de entre unos cinco a diez minutos. El guardiacárcel irrumpió en el departamento de sus vecinos de la Policía Federal, los asesinó, volvió a su departamento y se mató. Los tres fallecieron con pocos minutos de diferencia.

Policiales10 de octubre de 2018InfoTec 4.0InfoTec 4.0
cRIMEN POLICIAS

Así lo han establecido investigadores, según las pericias preliminares -entre ellas la autopsia-, que se encuentran aún en proceso, dijeron fuentes del caso este miércoles a Diario Textual.

El hecho ocurrió el domingo 7, alrededor de las 3 de la madrugada,en un complejo de departamentos de la calle José Ingenieros al 1140. En uno de planta alta alquilaban tres jóvenes que trabajaban en la Delegación Santa Rosa de la Policía Federal. A metros, debajo, el guardiacárcel de la Unidad 13.

En el departamento de arriba se organizó en la noche del sábado una cena. En la reunión hubo siete policías federales (cinco hombres y dos mujeres, todos compañeros de trabajo).

De esos siete, solo dos eran los que alquilaban el departamento. El tercero se había ido de la ciudad, en un viaje.

Cinco de los policías que habían compartido la cena se retiraron aproximadamente a las 2 de la madrugada. Algunos se fueron a sus casas y otros a un boliche bailable. Quedaron solo dos: Luis Gabriel Díaz (oficial subinspector, de 21 años y oriundo de Tucumán), uno de los que alquilaba en el lugar, y Samuel Alejandro David Garnica (oficial ayudante, de 20 años, de Jujuy y también músico). Eran los que debían ingresar a un turno a la mañana a la Federal.

Según ha trascendido, hubo música a alto volumen. El penitenciario José Pablo Martínez (43), molesto por los ruidos, subió las escaleras del complejo, abrió la puerta y desató una tragedia: gatilló y alcanzó a pegarle en un hombro, de espalda, a David Garnica. Este federal se encontraba indefenso: había dejado su pistola en su departamento de la calle Perú.

Garnica, mortalmente herido, alcanzó a correr junto a Díaz al dormitorio. Díaz tomó su pistola e intentó cerrar, con su cuerpo, la puerta. En tanto, el guardiacárcel, ubicado en el comedor, recargó el arma.

Segundos después, Garnica cayó al lado de una cama. Díaz, desesperado, comenzó a realizar disparos con su 9 mm. Uno de esos disparos dio en el estómago -con orificio de salida- del guardiacárcel.

El penitenciario, aún herido, hizo disparos. En un momento, mientras forcejeaban con la puerta, alcanzó a ingresar el caño y gatilló. Le dio en la espalda a Díaz.

Ya con los dos federales muertos, el atacante bajó e ingresó al comedor de su departamento. Según se determinó, pasó a su dormitorio -se especula que fue a buscar un cartucho- y volvió al comedor. Se sentó y gatilló en el estómago. Murió inmediatamente.

Hubo un llamado telefónico que alertó de ruidos molestos. Ocurrió a las 2.57 horas, por parte de una mujer. Se supone que fue justo cuando estaba ocurriendo la balacera. La patrulla policial concurrió minutos después, pero no constató ruidos.

Recién a las 6 de la madrugada se descubrieron los cuerpos. Fue Sergio F., uno de los oficiales de la Federal que había regresado de bailar a su departamento junto a sus compañeras de trabajo Ruth Elisabeth B. y Melany Aleyén G., quien encontró a los dos compañeros muertos. Por un segundo, pensó que habían discutido y se habían matado entre ellos. Estaba equivocado.

Inmediatamente los jóvenes, shockeados, llamaron a la Policía provincial. Los policías pampeanos, unos diez minutos después, pudieron determinar que había un tercero involucrado e ingresaron al departamento de abajo, donde encontraron muerto al guardiacárcel.

Solo se usaron dos armas. Hubo 12 tiros con la pistola 9 mm y entre 4 y 5 -dependiendo de la fuente consultada- de la escopeta 12/70.

La pistola es la reglamentaria. Tiene una capacidad de 17 tiros -16 en el cargador más una bala en la recámara-. En tanto, la escopeta, para caza deportiva, era propiedad del guardiacárcel, con capacidad para un solo cartucho. Así, el atacante tuvo que “quebrar” el caño y recargar cada vez que disparó.

En el departamento encontraron  otra pistola reglamentaria, sin accionar, en un armario. Era la del policía federal Sergio F. En tanto, la de Garnica fue encontrada en su departamento de la calle Perú.

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