A 42 años de Malvinas: el vuelo rasante de los Halcones

A punto de cumplirse un nuevo aniversario de la gesta de Malvinas, Alejandro Signorelli, investigador del conflicto del Atlántico Sur, nos propone historias Malvineras publicadas en varios capítulos en el sitio MDZ.

Nacionales 01 de abril de 2024 InfoTec 4.0 InfoTec 4.0
Luis Tucu Cervera
Luis "Tucu" Cervera

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MALVINAS | Pintura de Alberto Nassivera que representa el momento en el que el “Tucu” Cervera eyecta sus cargas externas (los tanques externos de combustible o drops, y las fijaciones subalares en donde portaba las bombas ya arrojadas) y rompe bruscamente por derecha para eludir el misil del que fue advertido por Dellepiane. Foto: del Capitán VGM (R) Luis Cervera.
 
En su Tucumán natal nunca había visto nada parecido a las inmensas aguas del Atlántico Sur. En la Escuela de Aviación Militar de Córdoba tampoco. En Mendoza, en donde se formó como aviador de caza solo había tierra y montañas, y mucho menos en Villa Reynolds, San Luis, sede de la 5ta Brigada Aérea en donde volaba A4-B Skyhawk. 

flyer Pipi Sánchez en Realicó

Una oportunidad única, por primera vez en suelo realiquense un Halcón de Malvinas, sobrevivió a la guerra tras varias incursiones a las islas, vio caer a sus compañeros bajo fuego enemigo, protagonista de un regreso al continente emblemático, historia viviente de una de las páginas más duras de nuestra Patria, que significó el bautismo de fuego para la Fuerza Aérea, el próximo 13 de abril tendremos el honor de tenerlo en Realicó y poder dialogar mano a mano con él, podrás hacer todas las preguntas que siempre te intrigaron, te esperamos en el Centro Cultural y de Convenciones a partir de las 19:30, con entrada libre y gratuita, lo único que te pedimos a cambio, es que traigas tu bandera celeste y blanca, te esperamos!!!!

El entonces Teniente Luis "Tucu" Cervera, como el resto del país, se enteró el mismo 2 de abril de 1982 de la recuperación de nuestras islas, y si bien tanto él como sus superiores pensaban que la diplomacia resolvería el tema, con el pasar de los días los preparativos hacían pensar que el enfrentamiento sería una realidad. 

El Grupo 5 de Caza y Ataque estaba organizado en 2 escuadrones de 4 escuadrillas cada uno. Cada escuadrilla estaba formada por 2 secciones, y cada sección se forma con 2 aviones A4-B Skyhawk. 

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A mediados de abril el primer escuadrón fue desplegado a Río Gallegos, por lo que Luis, que formaba parte del segundo escuadrón se quedó en Villa Reynolds. Recién el 1 de mayo, el día en que los británicos iniciaron el ataque y la Fuerza Aérea Argentina respondió lanzando sus Mirages, Skyhawks y Canberras (pero también sus Hércules y Learjets), el segundo escuadrón recibió la orden de unirse al primero en la BAM Río Gallegos. 

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Al llegar, se encontraron con una base superpoblada, que alojaba no solo al primer escuadrón de Skyhawks de su Brigada Aérea, sino también a Mirage III, y a mecánicos, armeros y soldados que brindaban seguridad a la base. La capacidad estaba colmada, por lo que tuvieron que alojarse en el pueblo, en el Hotel Santa Cruz. Al mismo tiempo se enteraron de las primeras bajas, por lo que en pocos minutos debieron comprender y asimilar que estaban en guerra. 

El escenario aeronaval era totalmente nuevo para todos ellos. La Fuerza Aérea, por doctrina, tenía un arduo y excelente entrenamiento para proteger el espacio aéreo nacional y para atacar objetivos terrestres, pero no navales. De todas formas, estaba claro que participarían como fuera, por lo que cada minuto contaba para lograr su adiestramiento. 

En las afueras de Río Gallegos, en un lugar llamado Punta Loyola, se encontraba el casco de un viejo barco escocés, el Marjory Glen. Este viejo buque que había naufragado en esas aguas serviría como objetivo para el entrenamiento de Luis y sus camaradas. 

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Los A4-B utilizaban bombas de entrenamiento, que son muy pequeñas, pero que reproducen la misma caída que las reales de mayor tamaño, por lo que si daban en el blanco con esas, también lo harían con las verdaderas. Hoy pueden observarse en el casco del Marjory Glen numerosos agujeros que fueron provocados por el ahora Capitán (R) Luis "Tucu" Cervera y  sus compañeros. 

En la Base Aérea Militar (BAM) Río Gallegos los pilotos contaban con una sala exclusiva en donde solo ellos ingresaban. Muy cerca de allí estaban los equipos de comunicaciones que recibían lo que se llamaban “ordenes fragmentarias”, en donde se detallaba el objetivo a atacar y como se conformarían la o las escuadrillas involucradas junto a su nombre clave, o indicativo. 

Estas órdenes estaban numeradas, y una vez recibidas los pilotos que conformaban las escuadrillas designadas debían reunirse para planificar la navegación con sus cartas de vuelo y cualquier otra documentación que ayudara. El jefe de escuadrilla sería el 1, su numeral el 2, el jefe de sección el 3, y su numeral el 4. Si el 1 llegaba a tener algún inconveniente, el 3 se hacía cargo de la escuadrilla. 

Una vez terminada la planificación y con su traje de vuelo completo, el camino hacia los aviones servía para rezar y para recibir las coordenadas en donde se encontrarían con el KC- 130 Hércules reabastecedor. La información sobre la ubicación del Hércules se daba a último momento porque era el secreto mejor guardado de la Fuerza Aérea, ya que solo había 2 unidades, el TC-69 y el TC-70, por lo que debían tomarse todos los recaudos posibles debido a que había "ojos" por todos lados. 

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Una vez que llegaban a los aviones, hacían la inspección visual y sus mecánicos los ponían al tanto de cualquier novedad del aparato y los ayudaban a atarse en la cabina. El despegue se hacía luego de una larga carrera y muy suavemente ya que estaban al máximo de su peso debido a las bombas y al combustible. 

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Una vez que los cuatro aviones de la escuadrilla habían despegado, se reunían y ponían rumbo hacia su reabastecedor, a quien encontrarían a una altura de 15.000 pies y ya lejos de la costa, para llenar sus tanques. El despegue, el ascenso inicial y la navegación hasta el reabastecedor significaban valiosos litros de JP-1 que recuperarían antes de seguir hacia las islas. 

La operación de reabastecimiento en vuelo 
¿Cómo sería llenar el tanque del auto conectando la manguera mientras uno está manejando? Complicado, no? 

Algunos aviones de combate cuentan con un dispositivo que les permite reabastecerse de combustible mientras están volando. Si se los observa detenidamente, cuentan con una especie de lanza por donde ingresa el combustible. 

El avión reabastecedor, en este caso un Hércules, despliega una manguera que en su punta tiene una canasta. El avión de combate debe acercarse al Hércules, estabilizarse e igualar su velocidad (entre 400 y 500 km/h) y hacer puntería con su lanza en la canasta que se mueve constantemente, acelerando cuando estima que la impactará en su centro. Cuando lo logra y la ensarta, se encienden unas luces en la canasta, y el piloto de combate y el operador de reabastecimiento del Hércules habilitan el traspaso de combustible. Una vez terminada la carga, se produce el desacople para continuar con la misión, o que la otra sección de la escuadrilla que estaba esperando, proceda a cargar, ya que el Hércules despliega 2 mangueras al mismo tiempo, una desde cada una de sus alas. 

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Con el saludo de buena suerte de los pilotos y tripulación de "La Chancha" (apodo cariñoso del Hércules), a nuestros Halcones les llegaba el momento de la verdad, solo les quedaba por delante su objetivo. Había que descender a rasante, atacar al enemigo y tratar de volver como pudieran. Eso si, si algo tenían en claro, era que la Chancha estaría ahí para ellos si la necesitaban al volver, y vaya que la necesitarían. 

Los Halcones deciden tomar un riesgo más.
El A4 Skyhawk al igual que la mayoría de los aviones de combate, tiene un tanque de combustible principal que se encuentra en el centro del avión, justo detrás de la cabina del piloto, dos tanques alares, y cuenta con la posibilidad de llevar tanques externos. Los A4-B, C y Q de la Armada utilizaban 2 tanques externos, uno debajo de cada ala, llamados Drops. 

El combustible normalmente va desde los drops a los tanques alares, de estos al principal y de este finalmente al motor. Para hacer eso el piloto conecta antes del despegue un sistema que llaman de trasvaso, que consiste en una especie de presurización de los drops, que logra “empujar” el combustible desde ellos hacia los tanques alares. Sin embargo, durante las primeras misiones, detectaron que al reabastecer se producían frecuentes inconvenientes, por lo que los jefes de escuadrilla decidieron que al despegar, utilizarían primero el combustible del tanque principal, llegando con ese tanque prácticamente vacío al reabastecedor, que lo volvería a llenar con un índice muy bajo de inconvenientes, y al soltarse y descender hacia su misión, recién allí conectarían el sistema de trasvase activando los drops. 

¿Y cuál era el riesgo? Que si por algún motivo no encontraban al reabastecedor, o este fuera alcanzado por el enemigo, y al conectar el sistema de trasvase, este fallaba, se encontrarían en el medio del océano con su tanque principal vacío, y sus drops inutilizados, por lo que solo contarían con sus tanques alares, que no les alcanzarían ni siquiera para volver al continente. 

Si ocurría estarían perdidos y deberían eyectarse en medio del océano sin posibilidades de ser rescatados a tiempo, pero había que optimizar todos los procedimientos para cumplir con la misión. Afortunadamente, la Chancha siempre estuvo ahí para ellos, al ir y al volver también. 

Orden Fragmentaria 1319 
De todas las vivencias del "Tucu" Cervera en la guerra, hay una en particular que se destaca, ya que en medio de tantas misiones de ataque a buques de guerra en el mar, hubo una cuyo objetivo fue atacar en tierra al puesto de comando británico el día anterior a que finalice la guerra. 

En las islas el final se acercaba, aunque los pilotos y el "Tucu" en particular no lo veían tan inmediato. La situación de Puerto Argentino se volvía crítica ya que las tropas enemigas estaban ganando las alturas más próximas, mientras se preparaban para el asalto final. 

Era la mañana del 13 de junio (24h antes del fin de la guerra), a la sala de pilotos llegaron las Ordenes Fragmentarias 1319 y 1320 que fijaban como objetivo al campamento enemigo que se había detectado en Monte Dos Hermanas, y que se presumía era el puesto de comando. 

OF 1319: Cuatro A4-B, indicativo NENE, armados con tres bombas BRP 250 con espoleta KEMA y cañones. Misión: ataque a tropas en monte Dos Hermanas, con REV (Reabastecimiento en Vuelo). Tripulantes: Capitán Antonio F. Zelaya (C-230), Teniente Omar D. Gelardi (C-227), Teniente Luis A. Cervera (C-212) y Alferéz Guillermo A. Dellepiane (C-221). Despegue: 10:30h 

OF 1320: Cuatro A4-B, indicativo CHISPA, armados con tres bombas BRP 250 con espoleta KEMA y cañones. Misión: ataque a tropas en monte Dos Hermanas, con REV. Tripulantes: Capitán Carlos M. Varela (C-222), Teniente Mario F. Roca (C-250), Teniente Sergio G. Mayor (C- 235) y Alferéz Marcelo C. Moroni (C-237). Despegue: 10:35h 

Se indica entre paréntesis en el formato (C-2xx) a la matrícula que identifica a cada unidad, a cada avión, en este caso A4-B Skyhawk. Los NENE y los Chispa utilizarían por primera vez la espoleta KEMA en sus bombas, que las haría especialmente aptas para explotar metros antes de tocar tierra. El indicativo o nombre clave de cada escuadrilla (NENE y CHISPA) son palabras
cortas y de fácil pronunciación que se utilizan para cuidar la eficacia de las comunicaciones radiales. 

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Algunos días atrás habían sido trasladados a la BAM San Julián, por lo que despegaron desde allí y pusieron rumbo al Hércules. Al reabastecer, al NENE 1 del Capitán Zelaya le ingresó combustible al motor por la tobera de admisión, produciendo un rápido  recalentamiento que puso en serio riesgo al avión, por lo que debió regresar. Ante esta novedad, el Teniente Luis Cervera, debió asumir la conducción de la escuadrilla NENE. 

Los CHISPA reabastecieron sin novedad, por lo que el Capitán Varela pasó con su escuadrilla al frente y los NENE al mando de Cervera lo siguieron. 

Pusieron rumbo 110° y luego de volar 110 km iniciaron el descenso hasta quedar en rasante sobre el agua. Volaban con rumbo 135° a 670 km/h y dejaban en el agua estelas como si fueran lanchas. Faltando 130 km para el blanco aceleraron a 780 km/h y justo cuando la navegación lo indicaba vieron al frente la Península de San Luis. Corrigieron rumbo a 180°, apretaron la formación y comenzaron a copiar las irregularidades del terreno. 

El radar Malvinas en ese momento salió al aire y preguntó si había alguien en frecuencia. El Capitán Varela respondió brevemente "Los Chispas". El radar comenzó a pasar las coordenadas de las PAC de Harrier en zona (PAC significa Patrulla Aérea de Combate y se refiere a una sección de 2 aviones interceptores armados con misiles aire-aire), a lo que Varela preguntó “¿Usted nos ve?”. El radar respondió que no, “Entonces ellos tampoco” respondió Varela cortante. 

En ese momento, un minuto antes de llegar al blanco, el CHISPA 3 (Ten. Sergio Mayor) divisó a lo lejos un helicóptero y casi al mismo tiempo el radar informó que las PAC en zona comenzaban a converger hacia ellos, por lo que dedujo que el helicóptero estaba actuando como piquete radar dando la alarma en el campamento y vectoreando a los Sea Harrier. 

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 El "Tucu" en su viaje a Malvinas en 2019, señalando Dos Hermanas desde el norte, en la misma dirección en la que hizo su aproximación final. Foto: del Capitán VGM (R) Luis Cervera.
Los CHISPA ingresaron primero, tomando leve altura para poder arrojar sus bombas según el procedimiento. Cuando vieron los módulos de campaña, soldados y helicópteros, pusieron rumbo a ellos y soltaron sus bombas desatando el infierno sobre el campamento, que a su vez rápidamente comenzó a repeler el ataque disparando no solo fuego antiaéreo y misiles, sino con los soldados disparando sus armas. 

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Segundos después ingresaron los NENE, también de norte a sur, y pudieron observar las explosiones de la escuadrilla anterior. Pusieron rumbo a su objetivo y lanzaron sus bombas también. En Teniente Luis Cervera luego de soltar sus bombas observó helicópteros Sea King volando a baja altura, por lo que dio fuego a sus cañones de 20 mm y aprovechó sus balas trazantes para ir buscando puntería, que fue efectiva ya que alcanzó a uno de esos helicópteros en una de sus “palas”. El Sea King HC4 matrícula ZA298 del escuadrón naval 846 era piloteado por el LC Simon Thornewill, que debió aterrizar de emergencia debido a esa importante avería. 

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En medio del ataque y cuando se disponía a iniciar el escape, Cervera escuchó la voz de su numeral Dellepiane que le advertía a los gritos sobre un misil. Inmediatamente, eyectó sus tanques externos de combustible y las fijaciones de las bombas, e hizo un viraje lo más cerrado que pudo exigiendo al máximo a su avión, esperando un impacto que afortunadamente no llegó. 

Estabilizó su avión y emprendió el escape con rumbo a San Julián. El radar advertía de PACs enemigas al norte del Estrecho San Carlos y al este de su posición en Fitz Roy. Al cruzar el Estrecho pudo ver al norte a una fragata enemiga. Totalmente desarmado (ni balas de su cañón le quedaban, las había usado todas sobre el helicóptero), mantuvo contacto visual todo lo que pudo, esperando ver la estela de algún misil, pero misteriosamente no le dispararon. 

Ya fuera de alcance de las PAC y sin enemigos a la vista, subió a 15.000 pies de altura y puso su motor en el régimen de mayor eficiencia para poder llegar a San Julián sin reabastecer. Sus cálculos le daban ligeramente negativo, pero sabía que siempre había un pequeño margen. ¿Por qué no quiso reabastecer a la vuelta? Porque quiso dejarle la Chancha a su numeral, el Alferez Dellepiane, que había sido impactado en el ala y estaba perdiendo combustible rápidamente, por lo que se lanzó a buscar al reabastecedor con desesperación. La tripulación del Hércules TC-69 al mando del vicecomodoro Luis Litrenta, tomó la decisión de acercase mucho más de lo recomendado a las islas para socorrer a Dellepiane, quien logró encestar al primer intento en la canasta, cuando su indicador de combustible marcaba cero, y sus nervios estaban por estallar. Tal era la pérdida y el nivel cero cuando comenzó a cargar, que debió volver enganchado hasta San Julián y solo desacopló para aterrizar. 

El Hércules y el Teniente Cervera aterrizaron en San Julián con el olor de combustible solamente, y el Capitán Varela, quien había sufrido impactos, en su regreso tuvo grandes oscilaciones en las revoluciones de su motor, que al aterrizar se engranó, y al revisarlo vieron que los alabes del motor se habían derretido por la alta temperatura. 

Pocos minutos después de bajar de su avión, Cervera fue advertido por sus mecánicos acerca de cuatro impactos de bala de calibres que no eran antiaéreos, sino de infantería, que habían ingresado de arriba hacia abajo (por lo que deben haber impactado en uno de sus virajes cerrados) y que pasaban a centímetros de los caños de líquido hidráulico que sirven para controlar el timón de profundidad y de dirección. Los cuatro impactos pasaban por entre los caños, algo realmente increíble que lo hubiera dejado sin mandos al instante y con peligro de incendio a bordo. 

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Ese día los siete aviones regresaron a la base, con muchos problemas, pero regresaron todos sanos y salvos. Sus 21 bombas de 250 kg habían caído sobre el enemigo, que solo reconoció que la carpa en donde debían reunirse los comandantes de la 3ra Brigada británica quedó destruida, las posiciones de morteros y ametralladoras del PARA 2 fueron los más afectados y tres helicópteros, un Gazelle (ZA-728), un Sea King (ZA-298) y un Scout (XT-637) quedaron fuera de combate por diferentes daños. Seguramente las alertas tempranas provocaron la suspensión de la reunión del Estado Mayor de la 3ra Brigada británica en la carpa del Grupo de Ordenes que fue alcanzada. Al día siguiente la guerra terminaría para el Teniente Luis Cervera y sus camaradas. Volvería a Reynolds, sería instructor de A4, se casaría y formaría su familia, y sería trasladado a Buenos Aires para volar Mirage III, un interceptor supersónico en el que volaría varios años y terminaría su carrera pidiendo su pase a retiro en 1988 con el grado de Capitán.

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Hoy, el Capitán VGM (R) Luis "Tucu" Cervera se desempeña en la actividad privada y rodeado por su familia. Está entre nosotros y si bien muchos lo conocemos, son muchos más los que día a día lo cruzan sin saber que lo hacen con un Halcón del glorioso Grupo 5 de Caza y Ataque de la Fuerza Aérea Argentina (un héroe, aunque a él no le gusta nada que le digan así).

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