“El riesgo no son los agroquímicos, es el vuelo”: la mirada de un aeroaplicador con más de 20 años en el aire

En más de dos décadas de experiencia como aeroaplicador, Marcelo Velich aprendió que volar a baja altura no admite errores. Cada decisión cuenta y muchas veces, quien se equivoca “es lo último que hace”. Desde el Chaco, donde combina su labor de piloto con la producción agropecuaria, sostiene que el verdadero riesgo de la aviación agrícola no está en los agroquímicos, sino en las condiciones extremas en que se trabaja.

Nacionales19/10/2025InfoTec 4.0InfoTec 4.0
avion fumigador trombetta

AEROAPLICACIÓN | “La actividad aeroagrícola es una de las más riesgosas, pero no necesariamente peligrosa”, aclara Velich. “Nuestro ambiente de trabajo es hostil, porque volamos justo a la altura de los obstáculos: molinos, cables, árboles. Hay que tener precisión, preparación y un poco de suerte”.

A diferencia de la imagen que muchas veces se intenta instalar, Velich asegura que los pilotos agrícolas están entre los profesionales más capacitados en el manejo y aplicación de productos fitosanitarios. “Después del conflicto del campo de 2008 se instaló un discurso antiagroquímico que arrastró también a la aviación agrícola, pero la realidad es que somos quienes más formación tenemos en seguridad y aplicación responsable”, subraya en una nota para le sitio Bichos de Campo.

aeropalicador

Marcelo Velich, piloto agrícola

El piloto explica que la organización previa es clave para minimizar los riesgos: “Un error en tierra, como una carga mal hecha o una distracción, puede ser el detonante de un accidente”. Además, la meteorología suele ser un factor determinante: “Trabajamos en condiciones extremas, con poco margen para esperar. Si hay una plaga o un incendio, el tiempo de respuesta es todo”.

Velich también destaca los avances técnicos que redujeron la toxicidad de los productos: “Hoy la mayoría de los insecticidas son de banda verde, con mucha menor toxicidad y acción específica. No son comparables con los productos de hace décadas”.

Como productor, comprende mejor que nadie el rol que cumple la aviación agrícola: “Cuando hay plagas en trigo o girasol, el avión es indispensable. Llega donde la maquinaria terrestre no puede y lo hace en el momento justo. En un país como Argentina, sin la aviación agrícola sería muy difícil sostener la productividad”.

Volar, para él, es más que un trabajo: “Es una necesidad fisiológica, una pasión que no se puede explicar. Y aunque el riesgo siempre está, lo enfrentamos con profesionalismo y compromiso. Porque el agro también se defiende desde el aire”.

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