Avanza con éxito el programa para “extranjerizar” a la industria láctea argentina
En las últimas dos décadas Argentina implementó un programa que perfectamente podría ser bautizado como “extranjerizador” de la industria láctea argentina.
Informe: Ezequiel Tambornini
NACIONALES | Por favor: no quiero que se entienda el término “extranjerizador” como algo peyorativo, sino como una tendencia creada por políticas estatales, las cuales debilitan hasta la inanición a las empresas lácteas de capitales nacionales y promover así una suerte de “hot sale” para las grandes corporaciones transnacionales.
Esta semana finalmente se oficializó la venta de Williner (Ilolay) a la francesa Savencia, que ya controlaba en el mercado argentino a Milkaut. En el próximo informe trimestral de la corporación, cuando Savencia informe lo que pagó por la empresa argentina, seguramente nos llevaremos una sorpresa. Y no de las buenas.
Con esa movida, alrededor del 30% de la industrialización de la producción registrada de leche quedará en manos de tres grandes grupos: Saputo (Canadá), Mastellone Hnos (controlada por Arcor, una corporación que, si bien es de origen argentino, es transnacional) y Savencia (Francia). En el “top ten” también aparecen Nestlé (Suiza), Adecoagro (transnacional de origen argentino) y Grupo Gloria (Perú).
Los que prosperan en el sector lácteo argentino son las compañías que no tienen al negocio lechero como actividad principal o bien, si lo tienen, mantienen en el mercado argentino una pequeña participación a modo de “reaseguro” exportador de productos lácteos básicos frente a cualquier inconveniente.
Las empresas lácteas de capitales nacionales, que en circunstancias normales estarían trabajando para regionalizarse, están, en cambio, luchando por sobrevivir para que, al momento de salir eventualmente a ofrecerse en el mercado internacional, no les bajen demasiado el precio. Estamos “regalados”.
Todo es obra del magnífico plan de “extranjerización”, que viene funcionando a la perfección hasta la fecha. El primer bastión del mismo –por supuesto– es la introducción de derechos de exportación móviles o fijos.
Ese mecanismo extractivo, si es complementado con un cepo que permita instrumentar una “retención cambiaria”, resulta mucho más efectivo, porque así se potencia la posibilidad de que se incrementen los problemas de las empresas que no pueden recibir asistencia de una casa matriz.
El tercer componente es cuotificar el mercado de exportación o bien condicionarlo a la participación de programas oficiales de “precios máximos”, en los cuales las empresas lácteas deben comercializar algunos alimentos básicos a precios mayoristas que no cubren los costos de producción para subsidiar –con dinero de su propio “bolsillo”– al consumo interno.
Si en algún momento los empresarios se “retoban”, proceda a cerrar momentáneamente las exportaciones de lácteos y, seguramente, entenderán que lo más conveniente se seguir participando en la iniciativa sin chistar.
¿Sólo eso? Bueno, eso es lo básico, pero eso no quiere decir que haya que coartar la creatividad para impulsar innovaciones en la materia, como el acuerdo realizado en su momento para que SanCor abastezca de leche en polvo a Venezuela, el cual no permitía cobrar los envíos de manera directa, sino a través del fideicomiso “Néstor Kirchner”, que era gestionado discrecionalmente –en el marco del programa “petróleo por alimentos”– por funcionarios kirchneristas y bolivarianos. El resultado final de esa aventura fue una deuda colosal que terminó perjudicando por demás a SanCor hasta transformarla en una sombra de lo que alguna vez. Conaprole, la principal láctea uruguaya, también fue tentada por el gobierno de Tabaré Vázquez a sumarse a esa iniciativa y terminó de la misma manera: con envíos de productos que jamás fueron abonados por Venezuela, razón por la cual inició el año pasado un juicio millonario al Estado uruguayo para intentar recuperar lo perdido.
“Pocas veces vi un gobierno tan desinteresado por un sector”, define Ercole Felippa, tambero y presidente del Centro de la Industria Láctea
Ahora bien, ¿cómo saber si el plan va por buen camino, más allá de los anuncios de ventas de empresas argentinas a corporaciones que las compran por “monedas”? Para eso es necesario consultar regularmente el boletín INTA-Iapuco, específicamente el cuadro que dice “valor neto creado”. Si en la parte final del mismo aparecen muchos números rojos, entonces eso implica que está haciendo muy bien su tarea ¡Adelante!
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